La leishmaniasis (o leishmaniosis), son un conjunto de enfermedades transmitidas por la picadura de mosquitos flebotomos. Puede afectar tanto a perros como a humanos, por lo que su prevención y tratamiento son fundamentales. Otros animales silvestres como las liebres pueden ser portadores, aunque sin presentar síntomas.
Los efectos pueden ser muy diferentes, principalmente úlceras cutáneas, que cicatrizan espontáneamente, pero también pueden darse casos de inflamaciones del hígado y del bazo que en sus manifestaciones más extremas pueden acarrear incluso la muerte.
El mosquito transmite en su picadura un parásito microscópico llamado Lishmania, que es el que da nombre a la enfermedad.
El primer síntoma suele ser la pérdida de pelo alrededor de los ojos, orejas y nariz. También suele darse una pérdida de peso con el avance de la enfermedad, así como heridas en la piel, principalmente en aquellas partes del cuerpo con un contacto más habitual con el suelo, como cabeza y patas. Si el cuadro se complica, pueden darse también insuficiencias renales.
El hecho de que sea un mosquito quien transmite la enfermedad, hace que la temporada de peligro coincida con la proliferación de estos insectos, es decir, en épocas de calor, empezando normalmente ne mayo y finalizando en septiembre u octubre.
La leishmaniosis es una enfermedad extremadamente grave y que causa la muerte en la mayoría de los perros infectados si éstos no reciben tratamiento.
Si un perro no ha seguido ningún tratamiento preventivo, el riesgo de adquirir la enfermedad ronda el 10%. A veces la enfermedad permanece en estado larvario si manifestarse hasta pasados varios años, aunque lo normal es que el periodo de incubación dure entre 3 y 18 meses
Es imprescindible acudir al veterinario para que su perro reciba tratamiento si presenta síntomas. Como sucede con las enfermedades humanas, el tratamiento tiene mayores posibilidades de triunfo si se detecta precozmente la enfermedad y se trata durante las primeras fases.
El tratamiento de la leishmaniosis puede suprimir los síntomas, pero actualmente no existe cura para ella, por lo que se convertirá en una enfermedad crónica que deberá ser vigilada y controlada para que no rebrote.
El tratamiento dura varias semanas, pero el parásito permanecerá en el perro el resto de su vida, pudiendo darse fases de recaídas en los síntomas.
Teniendo todo esto en cuenta, es fácil deducir que la mejor defensa contra esta enfermedad es la prevención. Una visita a tu veterinario a tiempo para que aconseje cómo proceder contra esa amenaza redundará en una mayor calidad de vida para tu mascota y una disminución del peligro de caer víctima de esta peligrosísima enfermedad.